lunes, 28 de junio de 2021

Donde quedan sólo los ojos

 

Tengo pocas dignas formas de aventurarme

Un alboroto de palabras al borde del sueño

detrás del velo, donde quedan sólo los ojos.

Por lo que, lo poco ocurrido, a veces, parece relevante.

Como esa mañana detrás de la vidriera, o del lado que se espera estar,

tras un escritorio.

Mañana de sol/ edad presunta /  como el tiempo, desde antes

escribía anotando algo, alguna cosa en estado de escritura

/suelo trabajar escribiendo y también hacer que trabajo, anotando alguna cosa

miré del otro lado, y estaba loquillo

/ hace años de años de esta historia, no lo conocía, no sabía qué pedía, 

ni de su locura, hasta 

que estuvo a la vista

se acercó a la puerta y algo dijo.

¿Pidió? Pido. No entendí. No escuché lo que decía, mi sordera ya era incipiente

o quizá comenzaba entonces a bloquear lo externo de utilidad profunda. 

Dijo.

No entendí.

Impávida, en la vidriera lo vi insultarme y repetir con fuerza: puta.

PUutaaa!

Rígido y aplastando la ñata, como gozando el insulto y levantando los brazos a alejarse

de un yo papel, alcanzando la vibración de los dedos hacia en cuerpo.

Quizá sea eso el recuerdo, lo eventual que como tal surge, y fuerza el hábito,

lo que creemos nos mantiene con vida, / hasta que parece correr riesgo, 

entonces, tememos.

 

El viernes lo mostraron caído/ boca abajo en la plaza. Sin zapatos/ Sin frío / Volado

en silencio  sordo / sobre vuelo de un pueblo  vociferando/ desgarrado en cruzadas

 ¡Murió loquillo!  ¡Murió Loquillo!  Ojos ciegos velo negro asfixiados 

¡Murió Loquillo!

PUutoos                      

 Nos vistió la mirada,

 y nos calzó los zapatos.

La niña sin tela

 

Si hubiese una niña a la intemperie

a punto de montar su dragón flaco

para que la deje lejos de un tiempo

 que de rodar estanca…

La vencería su paraguas,

llena de hilos

 en los mismos rayos.

 

 

i-rrecuperables

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