domingo, 12 de mayo de 2019

Mula mosca, en sábana de enredo



 Mula mosca, en sábana de enredo
y mañana viniendo, de cerca
urge en inverso, olorea
pisoteando cualquier marca o pliegue
en humo que pesa 

Piedra, a la sangre que crece 
y se estanca
donde Duele 
sorbo del diablo amañando
noche, de sin aliento, seca

Soplo al abrigo que expande,  agobia
pateando carpa de desaparecida infancia
y cierro la entrada a ideas que aplastan
de punto y corte, para volver denso
lo dulce del aire 

Sin tener al brazo, un hilo de líquido
que sea loa  medio  ola
  sal en piedras blancas
para arrojar al cielo de ropa, tantas
telas que levanten al ahora
en un vaso de agua.

Y no afloja lo tenso
  ni resopla marca
                    a enredo. 

Me incrusta en rizo el ligue
de la bombacha, apretando
molesta,  descalza la sábana
cual lija de estrías sin líquido 
torpe
o torne
al origen…  Y Basta!

No hay vasto aunque estire
arqueando la columna vacía de órganos 
al cuello, de servicial en pretendo
desunida
por crispar brillos falsos
 nacen negros

Nacen negro no profundo, sino gris que entorpece
para engendrar  tal bruto! de estremecimiento

Fatuos cristales 
cuando la mañana llega y aclara
De costado, a perderse
  cháque!
entre opaco y oscuro, 
de lado, nada
y en primitivo vértigo 
de velocidad que insiste
a la vista
órbitas 
e infinitos anaranjados
 
Nacen luceros

Ya desnuda, sin pliegues se expande la noche
para revertir esencia de sin paralelos, núcleos
en mundo de límites sin cuerpo
                  
La serenidad del alba,  un segundo
cero, si siquiera de no sentirlo
desprevenida
como en golpe certera, era una

y era todo estrellas
en continuidad de espacio

Universo


dentro y fuera
sin estar suspendida
sin límite
sin apoyar sobre suelo, ni plana,
sin borde
lo que al fin nos integra
era
de estáticos al movimiento
a fluir derrame que influye
y se hace parte
sin nada

Llena noche en orden de belleza

Amplia, al cielo,
nula la muerte
la vida no es tiempo
sino ser
 espacio, aura
de un punto al otro
en la cama, tantos
en la pausa  …

Fueron volviendo las extremidades
después la línea del vientre
lo imperfecta
y con los ojos anclados
a la única ventana
despierta, llegamos

amanecía.    

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