domingo, 14 de septiembre de 2014

No hay poemas ¡hAy esta historia! ...



 Un sueño,
el sueño como forma, un hallazgo que nos regalamos 
una chance (abierta), en la que debo apropincuarme a unos versos, como cualquier mujer
en ella la muchacha sufre de: impertenencia -o goza-
 inmersa en un desierto de cuarenta ciclos de vuelo 
Y él, el hombre, está sentenciado a espera.
El, espera.
Espera siempre la selección natural que hace la vida -el destilar-.
 A veces se impone, como en un:
- Momentito, momentito. ¡Momento señorita!...
pero con mucho cuidado, con mucha dulzura, hasta con cierta firmeza,
 no pecando nunca de intromisión - pelea que confrontan el instinto ( ) con la evolución lograda-   
Tampoco es un amante ignorado -de ninguna manera-.
El conoce su lugar, lo cultiva, hace alarde de ese púrpura. 
Espera, en un permanecer paciente, de amor.

Ella, impaciente, espera..
  trae al sueño eso por lo que pelea,
sin permisos ligeros,  ennoblecerse allí donde la pasión deje vida
donde  el cada uno -en el hallazgo- tenga un espacio cierto a su locura,
pero  tiene pocos sentí/metros para ofrecer.

Ella cree que la perfección se alcanza, ese es su gran quiebre;
porque para lo imposible hay que ponerse todo ¿no? 
y ponerse toda,
es todo,  lo bueno y lo malo
            tanto, que hasta lo malo pueda verse con ojos de nobleza.  

En el sueño inventado se espera,           la esperanza recuperada,
que ella sueñe , que él se aferre a los pensamientos infinitos ...
y lo que tiene de bello el sueño,
 es que es de dos.


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