es bello el horizonte a mi espalda,
negro al sol
lo miro y espero,
justo en la lomada, en el mismo arco de la tierra
lo espero
porque la espera que terminó es suya
y como no sabe que hacer: corre
yo sentada
nazco veinte años de poesía
pretendo
Ni sacro ni santa
abierta,
abierta,
cerrada
así se trabaja
vivo
gatafloreándole a la poesía.
Así que no me venga con que la ropa
que está vestida, nada
no,
quien lleva el gorro
para ver sólo unos metros, corre
para no andar iluminado
mientras yo sentada
lo veo
lo diviso casi flotar
ocultarse aparecer,
sudado
con la cabeza puesta en el agujero del mate
que va.
Sentada, lo pierdo
por un segundo, dos
cuando me abstraen por completo
renglón e individuo
nuevo, dos
pero me levanto
y ud.
corre.
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